El uso de los métodos, herramientas y estrategias de aprendizaje es un asunto crucial
en el diseño y desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Una adecuada
elección de los materiales determinará, en cierto modo, el éxito en el papel del
profesorado como arquitecto del acto didáctico. Esta razón sumada al potencial
“facilitador” de aprendizajes de los recursos, ha propiciado que, en los últimos años se
haya observado un exponencial incremento, tanto en el número, como en la calidad de los
recursos y materiales didácticos (Fernandes da Silva, et ál., 2015). Hitos como la
globalización del conocimiento y la irrupción de la Web 2.0 en la vida cotidiana, ha
propiciado su uso en busca de una innovación docente (García-Martínez et al., 2020).
Tal y como se exponía en trabajos anteriores (Tadeu, et ál., 2019), el uso de un amplio
repertorio de recursos y materiales, así como su éxito en el aula, dependerá, en gran
medida del conocimiento del docente sobre la existencia de tales materiales, así como del
dominio pedagógico para utilizarlos adecuadamente. Precisamente, estas premisas son las
que tienden provocar reticencias en el profesorado para rediseñar sus programaciones e
incorporar nuevos materiales o metodologías innovadoras (Omare, et ál., 2020).